El frío se deslizaba de mis manos a mis ojos y viceversa.
Era un frío diferente. Hay frío que te congela por dentro y frío que sólo te
recuerda que estás viva. Ver como la lluvia choca contra tu rostro, y tener a
alguien que besa esa lluvia. Tener a alguien a quien coger la mano cuando crees
que vas a caer. Cuidar un buen principio para un final eterno. Mirar el fuego
de la chimenea queriendo arrojar en él todo lo que no nos hace felices. Los
momentos que no merecieron la pena… y quemarlo todo. Quemar el pasado que me
hace tener miedo. Y avivar los lunes noche, los abrazos bajo mantas ajenas, los
besos al principio y final de cualquier camino. No soltarte nunca por si algún
día decides soltarte para siempre. El fuego de la chimenea logra calentarme las
manos, y puedo mirarte sin saber que tú me ves. Pensando: Ojalá nunca tenga que
quemar estos recuerdos. Estoy cansada de soñar y matar los sueños. Esta vez,
sólo vivo la realidad. Despertar con un "Buenos días princesa" hace
todos los días especiales. Tenerte a mi lado mientras mojo el bizcocho en el
café caliente. Recostarme en tu pecho contándote todas las veces que quise ser
feliz y saber que tú me lo harás siempre. Cenar en un restaurante hablando de todo
y de nada, del amor que se respira en el ambiente y del que tenemos dentro. Si
yo soy la más guapa entre las guapas tú eres lo que siempre quise. Escondida en
tu cuerpo todo parece mejor. Y pasan las horas sin verte y hablando con mis
labios me han dicho que echan de menos a los tuyos… y mi mano que no sabe
caminar sin la tuya. En la hucha de los viajes meteremos las ansias que tenemos
de vivir. Vivir juntos. Y en nuestros ojos depositaremos las ganas que tenemos
de estar juntos. En los labios tantos besos que no caben, y en la cajita de los
sueños los más grandes: los reales.