Mudarme a tu cama, apagar la luz y acostarme en tu pecho. Susurrarte
al oído que te quedes conmigo otros cien inviernos. Y que llegue la madrugada y
nos encuentre sonriendo. Sentirme a salvo bajo tus brazos. Quedarme embobada
con los puntos suspensivos escritos en tu cuello. Con tus pestañas, tu espalda,
y todo eso. Confesarte un secreto. Y quererte fuerte, como concepto.