lunes, 28 de mayo de 2012

De Sabina y sus canciones de amor.


Vamos, olvídate de todo y sácame a bailar. Bailemos mientras nos mira la luna y cantemos alguna de Sabina. Que todo sea como en aquel pueblo con mar una noche después de un concierto, que nos comamos a besos y nos instalemos a vivir en un presente eterno. No quiero volver al lugar de las sábanas frías y las alcobas vacías, quiero que mi corazón vuelva a la calma, ver el sol esconderse, esconderme contigo al bajar las persianas.
Ven aquí, y cántame una canción al oído, que estoy loca por conocer los secretos de tu dormitorio, que acaricies mi piel y que desnudos al amanecer nos encuentre la luna. Somos jóvenes poetas insomnes, derramando tristeza en cada verso, sangrando melancolía en cada palabra. Nada nos impide huir, fugarnos a ver el mar y dedicar nuestra vida a contar atardeceres, a ser navegantes de sueños, a querernos bien. Todos serían días de vino y mar. Sin tiempo, sólo con ganas. Y nos darían las diez y las once, las doce y la una, las dos y las tres; y no importaría, porque juntos somos infinitos.

Y es que, confieso que yo no quiero domingos por la tarde, no quiero columpio en el jardín, lo que yo quiero, corazón cobarde, es que mueras por mí. Y morirme contigo si te matas, y matarme contigo si te mueres. No quiero París con aguacero, ni quiero Venecia sin ti.



*Las frases en cursiva son partes de canciones de Sabina.