domingo, 26 de junio de 2011

Querida Paula


Querida Paula:

Te tengo que contar un secreto, uno de esos susurrados al viento y con olor a sal. Pequeña, te voy a contar el secreto de la vida.
Primero de todo, hay varias cosas por las que siempre, siempre, merece la pena vivir, hay una lista innumerable de cosas encantadoras que te alegrarán el día: comprar pasteles vestida de domingo,  los columpios de cuando eras pequeña, el chocolate con pan para merendar, los tiovivos de cadenas de las fiestas, beberse a morro el olor tenue que deja la tormenta una vez que ha escampado, los croissant de mantequilla para mojar en leche y, de fondo, el viento que mece la calle, el concierto de pájaros junto a la habitación una buena mañana de sábado, una buena meriendacena (para algunos la mejor cosa del mundo), mezclar la nata con dulce de leche y escuchar a Dylan en el viejo coche destartalado de papá.
Porque verás, pequeño ser encantador, la vida, por mucho que se empeñen en contarte cuentos, no son logaritmos (que no sirven para hacer la compra y que no te engañen), ni saberse de memoria los ríos del mundo entero (porque si te los quieres saber ya navegarás por ellos), tampoco hace falta que te aprendas cada sinalefa, asíndeton y metáfora de los poemas (porque los poemas están para bailar con la música ausente de sus versos), no te esfuerces sobremanera en gimnasia (que si te rompes un tobillo no podrás alcanzar la montaña de tu vida), la química no son más que números y letras que aprendidas de memoria pierden toda su gracia (y es una pena, porque cuando utilizas la química en un laboratorio para crear sustancias azules y a puntito de explotar tienen mucha  gracia), no te aprendas la biología con tu libro de mil y un páginas (apréndela con el chico que te gusta), y para saber cultura general ve al cine, a una fiesta, comete algo con chocolate, tírate de bomba a la piscina, haz teatro, lee y cultívate, corre, ve en bici o da paseos, fotografía los instantes de tu vida que desees hacer eternos, pinta girasoles a la luz de las estrellas, escribe tu vida para no olvidarla nunca y ama, a tu familia, a tus amigos…pero sobre todo a ti, no te olvides nunca, nunca, de ti, quiérete, acéptate, encuéntrate. Y esa es la receta de la vida, un poco de allí con un poco de allá y ya tienes tu masa, cocínala con amor y con paciencia y será un bizcocho encantador.
Ah, se me olvidaba, tropiézate, si eres perfecto jamás aprenderás, nunca disfrutarás de lo maravilloso que es cometer un error de vez en cuando, de romper las reglas, de revolucionarse, de caerse tres veces y levantarse cinco. Pero, lo más importante pequeña, no te olvides de empaparte de la vida, de aprender de cada detalle, de cada persona que te encuentres en el camino, y acuérdate de que todo túnel tiene un final.  Y, por favor, nunca dejes de soñar.
Una vez un gran profesor me dio un consejo que me gustaría transmitirte: “guarda pedazos de ilusión para un mañana”, cúmplelo, vive, sueña, ríe y ama.